La Voz Humana, Silencio y La Espera: Un tríptico de emociones
Actualizado: 21 abr
Del 17 al 28 de marzo, el Teatro Real se convirtió en el escenario de una experiencia teatral y operística profundamente conmovedora con la presentación de La Voz Humana (ópera)- Silencio (monólogo) - La Espera (ópera), dirigida por Jérémie Rhoher y Christof Loy. Esta propuesta entrelaza dos obras maestras de la ópera, La voz humana y La espera, con un monólogo teatral, Silencio, creado por Rossy de Palma y el mismo Loy.
Christof Loy, desde la dirección artística, nos invita a reflexionar sobre las complejidades del amor, la comunicación y la soledad. Aunque ciertos elementos pueden generar debate sobre su efectividad, el tríptico en su conjunto es una propuesta valiente y emocionante que demuestra el poder del teatro y la ópera para explorar las profundidades del alma humana. Por otro lado, la dirección musical de Jérémie Rhoher añade una dimensión adicional a la obra, con una interpretación que subraya la complejidad emocional y musical de Poulenc y Schönberg. La puesta en escena de Loy, minimalista y simbólica con sólo tres elementos de color: una silla naranja, una puerta celeste, y Marthe (Rossy de Palma) en violeta. Quizás es una muestra de elementos inanimados con más vida que su protagonista vestida de blanco. De esta forma crea en ella un contraste visual que refleja el aislamiento emocional, aunque la presencia de Rossy de Palma plantea interrogantes sobre su integración en la narrativa. No obstante, el teléfono se convierte en un poderoso símbolo de conexión y desesperación, enmarcando el monólogo de una manera que recuerda el poder de la comunicación en nuestras vidas.
"Amar más y querer menos... Si quieres una flor la cortas. Si amas una flor la cuidas " (La mujer, Rossy de Palma)
La voz humana, un desgarrador monólogo operístico con libreto de Jean Cocteau y música de Francis Poulenc, nos sumerge en la tragedia íntima de una mujer que, tras intentar suicidarse, descubre durante una última llamada que su expareja ya ha rehecho su vida. Ermonela Jaho, en el papel de La Mujer, ofrece una interpretación magistral, alternando entre la ternura y la angustia con una habilidad vocal impresionante que destaca su profundo conocimiento del personaje. Jaho ha hecho gala de su gran voz y gran carácter interpretativo, alternando pasajes con voz envolvente y cargado de una angustia sutil, y momentos de voz tensa y nerviosa llena de staccatos y un gran dominio de su instrumento vocal. Así también, tiene la habilidad de transfigurarse en sus personajes, hasta el punto de que le resulta complicado distinguir entre realidad y ficción.
El Silencio, un interludio teatral protagonizado por Rossy de Palma, se inspira en los textos más oscuros de Oscar Wilde, ofreciendo una meditación sobre el amor y la posesión que actúa como puente emocional y temático entre las dos obras operísticas. Aunque su integración en el tríptico puede ser discutida, no se puede discutir la interpretación y el peso escénico de De Palma.
La Espera, la contraparte de La voz humana, presenta a Malin Byström en una actuación excepcional que explora la desesperación y el delirio de una mujer enfrentada al fantasma de su amante. La obra de Arnold Schönberg, con su intensa carga emocional y complejidad vocal, encuentra en Byström una intérprete a la altura, cuya presencia escénica y habilidad vocal invitan a la reflexión sobre la naturaleza del amor y el deseo. La soprano sueca estuvo a la altura del reto y de su partenaire de esta puesta. Byström mostró una genialidad vocal y un metal muy poderoso como el que ya nos presentó en el Capriccio de Straus en la temporada 18/19 del Teatro Real. Cinco años después, hemos degustado nuevamente de ella, pero esta vez pisando el escenario con una fuerza y una credibilidad que no permite generar una comparación con Jaho ya que las dos poseen un instrumento que pocas veces se puede no sólo escuchar, sino también sentir.
La Voz Humana - Silencio - La Espera ha sido una experiencia emocional, teatral y operística que destaca por sus actuaciones excepcionales, su dirección musical atenta y una puesta en escena que, a pesar de sus desafíos, logra crear un espacio de reflexión emocional profunda. Un verdadero testimonio de la capacidad del arte para conectar con lo más íntimo de nuestro ser.
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