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Foto del escritorManuel Alméstar

Madrid Oscuro: "Juan José" y el grito social

Actualizado: 13 jul

 

En su más reciente reencarnación en el Teatro de la Zarzuela, "Juan José" de Pablo Sorozábal ha emergido no solo como un monumento a la resistencia de una obra largamente relegada sino como un testimonio vibrante de la lírica española, gracias a José Carlos Plaza en la dirección escénica y a la batuta de Miguel Ángel Gómez-Martínez en la dirección musical.


La selección de cantantes – en un doble reparto- es sin duda uno de los pilares que sostienen esta producción. Figuras como Juan Jesús Rodríguez, con su timbre oscuro y potentes agudos, y Luis Cansino, un verdadero artista de los matices y la expresión, hacen de esta zarzuela una catalogo del “buen hacer”. Saioa Hernández y Carmen Solís, alternando el rol de Rosa, despliegan una potencia vocal y una técnica impecable que capturan la esencia de su personaje con una claridad emocional sobrecogedora. Simón Orfila, por su parte, ofrece una interpretación memorable de Andrés, demostrando un compromiso y una capacidad vocal que enriquecen significativamente la obra.




La puesta en escena constituye un audaz intento de sumergir al espectador en la visceralidad y crudeza del Madrid de antaño, recurriendo a la estética sombría y a menudo grotesca característica de las pinturas negras de Francisco de Goya. La dirección escénica, apoyada en la visión de Paco Leal para la escenografía y la iluminación, así como en el vestuario de Pedro Moreno, busca evocar esta atmósfera goyesca que tan acertadamente captura las tensiones y miserias humanas. Referencias visuales como "La romería de San Isidro" o la crudeza de "Los viejos comiendo" pretenden establecer un paralelismo entre el Madrid de Goya y el de "Juan José", enlazando el desamparo y la desolación de ambos. Este inicio prometedor, cargado de simbolismo y expectativas, se enfrenta al desafío de mantener su coherencia y profundidad a lo largo de la obra. Aunque por momentos, elementos de la escenografía y ciertas decisiones en la iluminación puedan parecer distractores más que reforzadores de la narrativa, es innegable el esfuerzo por crear un ambiente que no solo sirva de fondo a la acción, sino que también comunique, a través de su propia estética, el tormento y la desesperación que subyacen en la trama.


La dirección musical es un testimonio palpable del profundo conocimiento y la afinidad con la obra de Sorozábal. Gómez-Martínez, elegido en su momento por el propio compositor, aborda la partitura con un respeto reverencial y una comprensión íntima de su textura emocional y su complejidad estructural. Su interpretación es una exploración apasionada de los matices y las dinámicas de la música, intentando siempre descubrir y transmitir la esencia dramática de la obra. Sin embargo, a pesar de esta profunda conexión y del evidente compromiso, se perciben momentos en que el desempeño de la orquesta no alcanza a equilibrar su presencia con la de los cantantes. En pasajes cruciales, la orquesta tiende a sobrepasar la línea delicada que debe separar el acompañamiento del protagonismo, lo que resulta en un desbalance que a veces opaca las actuaciones vocales. A pesar de estos momentos de desajuste, el esfuerzo por hacer justicia a la monumentalidad de la partitura es evidente.


Finalmente, "Juan José" trasciende su condición de pieza lírica para erigirse en un potente recordatorio de las profundas fracturas sociales y las injusticias que han marcado no solo el pasado de Madrid, sino el de muchas sociedades a lo largo de la historia. La obra, con su vibrante música y sus intensas narrativas humanas, nos sumerge en un mundo de desigualdades extremas, de luchas por la supervivencia en un entorno marcado por la desesperanza, donde el destino parece ser una herencia de miseria y conflicto.

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